martes, 4 de agosto de 2009

Aves y árboles

Para los que somos aves y a veces soñamos despiertos con ser árboles

“Mi abuelo solía decir que los hombres se dividían entre aquellos que son árboles y los que son aves. Y ambos se necesitan mutuamente”. Esta metáfora me la contó un compatriota con el que compartí unas horas en un bar cubano de La Latina. Él que es un ave de alto vuelo, nació en el departamento del Amazonas de Colombia y hace más de tres décadas alzó sus alas para recorrer más de 30 países en los que ha vivido y trabajado.

La comparación, además de poética, me pareció que resumía con sabiduría las miles de horas de conversación sobre el ser inmigrante que he tenido desde que vivo en España. Que ponía en palabras simples la naturaleza de esa sensación de “ya no ser de ninguna parte”.

Me he apropiado de la metáfora desde ese día, le he dado vueltas en mi cabeza y he pensado en todas las aves con las que comparto mi vuelo así como en todos los árboles en los que me poso de vez en vez para sentir esa sensación tan placentera de arraigo.

Aún me ronda por la cabeza una pregunta ¿Cuántas aves miran con deseo las raíces de los árboles y cuántos árboles pretenden despegarse de un momento a otro de la tierra?

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